Perseguir la verdad con aquella extraña falta de consideración hacia los sentimientos de los otros, rasgar los velos impalpables de la civilización de modo tan brutal y protervo era para ella un ultraje tan terrible contra el respeto humano que sin emitir una réplica ---ciega, ofuscada--- inclinó la cabeza cual si dejara pasar la granizada, el cubo de agua sucia, salpicándola y sin el más leve reproche. No había nada que decir.

 

Virginia Woolf
Al faro