|
Roberto
Juarroz Poesía
Vertical |
|
SÉPTIMA POESÍA VERTICAL
9
Toda palabra llama a otra palabra.
Toda palabra es un imán verbal,
un polo de atracción variable
que inaugura siempre nuevas
constelaciones.
Una palabra es todo el lenguaje,
pero es también la fundación
de todas las transgresiones del
lenguaje,
la base donde se afirma siempre un
antilenguaje.
Una palabra es todavía el hombre.
Dos palabras son ya el abismo.
Una palabra puede abrir una puerta.
Dos palabras la borran.
16
¿Es la poesía un pretexto de la
locura?
¿O es la locura un pretexto de la
poesía?
¿O las dos son un pretexto de otra
cosa,
de otra cosa excesivamente justa
y que no puede hablar?
(a Elkin Restrepo)
38
La mano se extiende,
pero a mitad de camino
la detiene una imagen.
Y se marcha entonces con ella,
no para poseerla
sino tan sólo para entrar en su
juego.
La mano ha comenzado a enamorarse
en el camino
y así la posesión y el don se le
escapan.
La mano ha cambiado su destino
por un vuelo que no es el vuelo del
pájaro,
sino un abandono a las mareas que
no tienen costa
o a los desequilibrios de una
sabiduría diferente.
La mano ha renunciado a su objeto
y ha adquirido el valor de su
distracción.
La mano ha renunciado a salvarse.
43
Estoy contigo.
Pero por encima de tu hombro
me dice adiós tu mano que se aleja.
Entonces yo contengo mi mano
para que no nos traicione ella
también.
E insisto:
estoy contigo.
Los innegables títulos del adiós
abandonan entonces provisoriamente
sus derechos.
Y nuestras manos se aquietan
en las equidistancias de estar
juntos.
112
Inventar el regreso del mundo
después de su desaparición.
E inventar un regreso a ese mundo
desde nuestra desaparición.
Y reunir las dos memorias,
para juntar todos los detalles.
Hay que ponerle pruebas al
infinito,
para ver si resiste.
5
El vacío de la mano cerrada
es mayor que el de la mano abierta,
pero no basta abrir la mano
para que disminuya el vacío:
es preciso también abrir el aire
que la envuelve,
las sombras de la mano,
el recuerdo de las formas que tuvo.
Para abreviar el vacío
Hay que abreviar también el mundo.
13
El centro del amor
no siempre coincide
con el centro de la vida.
Ambos centros se buscan entonces
como dos animales atribulados.
Pero casi nunca se encuentran,
porque la clave de la coincidencia
es otra:
nacer juntos.
Nacer juntos,
como debieran nacer y morir
todos los amantes.
Roberto Juarroz
En Poesía vertical 1983/1993,
Emecé, 1993.
18
Fisuras interiores,
grietas por donde se filtra gota a
gota
el líquido espeso y apremiante
de esa invasión profunda
que llamamos oración.
La oración, que no es algo que se
reza
sino una inclasificable sustancia
que no está hecha de un decir,
aunque a veces se abrigue con
palabras
o fragmentos de palabras,
como el sueño se viste de fábulas
rotas,
con desarticuladas historias que
descarrilan al pensamiento
y encarrilan, en cambio, el sagrado
estupor
que tapiza el lado oculto de los
seres.
La oración y el sueño se parecen:
son dos entidades o elementos
que gotean en los entresijos de una
nada
que se asemeja a algo.
¿Qué ocurriría si se abrieran de
pronto
esos lentos arcaduces,
esos estrechos canales
por donde se filtra la oración
y quizá también el sueño?
¿Se mezclarían ambos acaso?
¿Un torrente arrastraría al hombre
desde su propio interior?
¿O tal vez sólo la oración
continuaría goteando,
implacablemente goteando
con el mismo ritmo y la misma
medida
por la imprevista abertura?
Es probable que la oración sea una
parte fija,
una porción estable
de la naturaleza de cada hombre,
la aplicación de una discretísima
posología,
una cuota inmodificable como el
sueño.
La dosis establecida
de una extraño y casi abrumador
rescate
que llevamos en el centro
de nuestra propia sustancia.
Roberto Juarroz
En Poesía vertical 1983/1993,
Emecé, 1993.
2
No se trata de hablar,
ni tampoco de callar:
se trata de abrir algo
entre la palabra y el silencio.
Quizá cuando transcurra todo,
también la palabra y el silencio,
quede esa zona abierta
como una esperanza hacia atrás.
Y tal vez ese signo invertido
constituya un toque de atención
para este mutismo ilimitado
donde palpablemente nos hundimos
Roberto Juarroz
En Poesía vertical 1983/1993,
Emecé, 1993.
73
Decimos lo que decimos
para que la muerte no tenga
la última palabra.
¿Pero tendrá la muerte
el último silencio?
Hay que decir también el silencio.
Roberto Juarroz
En Poesía vertical 1983/1993,
Emecé, 1993.
Extraído de la red