Francisco de Figueroa.


Francisco de Figueroa (Alcalá de Henares, c. 1535 - c. 1588) el Divino, soldado en Italia y diplomático en Francia y Alemania, fue contino de Felipe II y amigo de Cervantes.

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Primeros versos



Soneto.

Crezca con el licor del llanto mío

la verde yerba deste verde prado;

enfrene el triste son de mi cuidado

el presuroso curso deste río;

resuene el bosque cavernoso y frío:

"Ya es muerto Tirsi, Tirsi es ya acabado,

en el dolor terrible sepultado,

que tuvo dél entero señorío."

Sola esta solitaria selva umbrosa,

sola aquesta gentil verde ribera

del lamentable fin fueron testigos.

Aquí cerró sus ojos muerte fiera

y el miserable cuerpo aquí reposa,

llorándolo Damón, su firme amigo.

El divino Figueroa? o quizás Pedro Laínez.


A las Musas.

¿Hay quien quiera comprar nueve doncellas

esclavas, o a lo menos desterradas

de las tierras do fueron engendradas?

¿Hay quien las compre? ¿Quién da más por ellas?

Fueron un tiempo en todo extremo bellas,

airosas, ricas, graves y estimadas

y, aunque de muchos fueron recuestadas,

bien pocos alcanzaron favor dellas.

Ahora van las tristes mendigando

de puerta en puerta, rotas y baldías,

y por sólo el comer se venderían,

pues no son muy golosas; que en hallando

yerbas, flores u hojas, pasarían

con sombras frescas y con aguas frías.

El divino Figueroa.


Soneto.

Sale mi blanca aurora, y en saliendo

coge a la obscura noche el negro manto;

mas yo, que sin dormir en tierno llanto

lo más de ella pasé triste y muriendo,

en viéndola salir blanca y rïendo,

dejando el lloro, torno alegre al canto

y el verla tan hermosa puede tanto

que a rienda suelta torno al bien corriendo.

"¡Ay blanca y amorosa aurora -digo-

y cuánto puede en mí tu alegre vista!

y cuánto el verte tal y tan hermosa!

El bien que siento en verte es buen testigo,

que vuelve el fiero mal no siendo vista

tu clara luz en noche tenebrosa".

El divino Figueroa.


Soneto.

Déjame en paz, Amor; ya te di el fruto

de mis mas verdes y floridos años

y mis ojos, ligeros a sus daños,

pagaron bien tu desigual tributo.

No quiero agora yo con rostro enjuto

sano y libre cantar mis desengaños,

ni por alegres y agradables paños

trocar tu triste y congojoso luto:

en llanto y en dolor preso y cargado

de tus antiguos hierros, la jornada

quiero acabar de mi cansada vida.

Mas no me des, Amor, nuevo cuidado,

ni pienses que podrá nueva herida

romper la fe que nunca fue doblada.

El divino Figueroa.


A un mal poeta.

Musas, que en Helicón monte sagrado

a vuestra alta deidad rica morada

tenéis de muro en derredor cercada

tan fuerte, que jamás se vio pasado;

do si algún alto espíritu guiado

por la luz vuestra -a pocos otorgada-

quiso llegar, primero ante la entrada

gran tiempo estuvo de velar cansado;

¿Quién agora la estrecha, áspera senda

del trabajoso monte ha descubierto

do cualquier bajo ingenio ose tentalla?

¿Y quién ha tanto el firme muro abierto

que poseer vuestra beldad pretenda?

Un espíritu indigno de adoralla.

El divino Figueroa.