Einstein y el fracaso escolar

Todo el mundo "sabe" que Einstein fue un fracasado escolar. De hecho, es el arquetipo del genio que fue un mal estudiante. Estos días, en los que tanto se habla de la calidad de la docencia, a raíz de la L.O.U., muchos amigos me lo han recordado. Sin embargo, eso es falso, como he tenido que corregirles.

En la escuela primaria fue buen estudiante; como escribió su madre a su abuela: "Albert... otra vez fue número uno; su boletín (de notas) fue brillante". También lo fue en la escuela secundaria (Gymnasium) donde destacó en todo excepto en deportes. Con quince años ya leía y comprendía los escritos de Kant, libros de matemática superior y libros de texto de física. Intentó ingresar en la Universidad Politécnica de Zürich con sólo 16 años, pero suspendió en lengua extranjera y en biología, aunque destacó en matemáticas y física. Tras un año en una escuela secundaria suiza, logró superar el examen de ingreso, siendo el más joven de su promoción.

En la Universidad rara vez asistía a clase; Grossman, un amigo, le facilitaba sus apuntes. La mayor parte del tiempo trabajaba en el laboratorio de física, aunque su profesor de física, Weber, no recibía con entusiasmo sus proyectos. Con 21 años, en 1900, se graduó con notas brillantes, junto con tres compañeros, quienes obtuvieron el puesto de asistente en la universidad. Weber se lo rehusó. Él nunca se lo perdonaría. Mileva, su futura mujer, no logró graduarse.

Le costó un año encontrar su primer puesto de trabajo, profesor en una pequeña escuela privada. Presentó una propuesta de tesis doctoral que fue rechazada. Logró un puesto en la oficina suiza de patentes, gracias a la intervención del padre de Grossman, aunque de una categoría inferior a la que él concursaba. Murió su padre, se casó con Mileva y tuvo un hijo. En 1905 completó su tesis doctoral, y escribió los artículos que lo convertirían en el físico teórico más famoso de la historia.

Entonces, por qué se habla del fracaso escolar de Einstein. Quizás, porque Einstein, de niño, tardó en comenzar a hablar y su familia llegó a pensar que era retrasado. Sin embargo, él afirmó más tarde que, con dos o tres años, su propósito era hablar con frases completas, que las ensayaba en voz baja y, sólo si le parecía que estaban bien construidas, las pronunciaba en voz alta.

Francisco R. Villatoro

Profesor de la UMA